En mi llegada a Xochimilco (25.02.24)
No sé si les ha pasado que van caminando y quieren ver el rostro de otra persona que va del otro lado, pero algo —ya sea un poste, un árbol o un camión— se interfiere entre los dos, enmascarando para siempre esa cara.
Ignoramos sus facciones, la esencia en sus ojos, seguimos con nuestro paso y aquella presencia pasa a ser como una sombra.
¿Cómo será ver la vida claramente a los ojos? Me refiero, nítidamente, sin todo el humo, como al estar en un lugar desconocido, con asombro.
¿Por qué simplemente no me paro o retrocedo para ver ese rostro? ¿Por qué continuo con mi camino, al mismo ritmo, como si no tuviera otra opción?
Pararse da miedo: ¿qué van a pensar los demás? ¿Retroceder? Ni hablar.
Bueno, yo no sé si estaba parado o, más bien, detenido, pero ahora me encuentro “retrocediendo” al campo.
¿De retirada? Pues sí un poco, buscando salidas de la “violencia económica” que vivimos a diario (en el contexto de la definición proporcionada por mi amigo Eric El Tuki Tolson: “relación asimétrica de poder en la que uno(s) tienen la capacidad de comprometer las necesidades de otro(s)”). Bueno, ¿y a qué le quiero dar entrada? Más adelante en el texto contestaré (o no) la pregunta.
Es raro, últimamente conocí a cuatro Carlos o más. Se me hizo curioso, así que busqué el significado del nombre y lo primero que se me apareció fue esto del Wikcionario de Wikipedia: “Del latin medieval Carolus, y este del alto alemán medio Karl, del protogermánico karlaz (“hombre libre”), quizás con influencia del diminutivo de carus (“querido”)”1.
El primer Carlos que conocí es un enfermero que también es Uber, vende celulares en el mercado de Facebook y ahora tiene su puesto de Tostilocos allá en su barrio.
El segundo fue empleado gran parte de su vida hasta que decidió abrir Incontables Conejos, una tlayudería y pulquería de gran nivel, en la que felizmente he podido colaborar un par de veces (¡y en la que me pude presentar a rapear un día! Pero esa es otra historia).
La siguiente persona usa una versión algo más “protogermánica” del nombre. Se me hizo muy interesante; había vuelto a los eventos de Spoken Word después de haber pasado unos meses en Xalapa, viviendo principalmente del trueque. Conectamos muy bien, y el abrazo que nos dimos al final estuvo algo prolongado. Me pasó su insta, y luego en casa lo chequé: ella al parecer era él (o elle), haciéndose llamar Karlos.
El último es un chófer de Uber que vive cerca del depa de mi madre, conductor de confianza nuestro. Me contó que de chavo en el trabajo era “irreverente” y buscaba soluciones a su manera. En su tiempo libre colabora en el Centro de Rehabilitación Jóvenes 10 de Junio A.C. (manejo de adicciones y problemas emocionales), y juega juega fútbol americano. Se ve que es un loquillo.
Para acabar con los “hombres libres” está mi buen amigo Carlitos, que es piloto. ¿Tengo que decir algo más? Bueno sí, además de volar, en su horizonte se avistan múltiples emprendimientos más.
¿Qué es ser un hombre (o mujer) libre?
Quizá tenga que ver con no tener miedo, o tener menos, aventurarse.
Aventurarse no en el sentido de ser valiente, sino de exploración, volver a ser curioso, inocente: retroceder.
Escuché que en latín progressus era más bien usado en la guerra, para el “marchar hacia delante” de los legionarios.
No sorprende que lo que llamamos hoy en día progreso sea tan destructivo.
Regresar a una vida rural puede ser visto como un retroceso y, en el mejor sentido de la palabra, creo que lo es.
Es un acto de redención, de renuncia, y de servicio. O así me gustaría creerlo (quizás romantizándolo en extremo).
Sea lo que sea, está perro ser parte del proceso que convierte algo café en algo brillante y colorido que se puede comer.
Mi querida tía abuela me acusa de inocente, entre otras cosas, por mi volver la mirada al campo. Lo que ella no sabe es que, en realidad, estoy retrasado.
Día de inducción a las chinampas/ primera semana
Somos varios y variados los integrantes de la Escuela Campesina.
El primer día me levanté con el pie derecho, me despertó una canción de Joan Sebastian proviniendo de la calle. Justo llegué a escuchar, en una (casi) pausa instrumental de la canción, la voz limpia de Joan, versos románticos, perfectos para samplear para una rola de amor (o desamor). Tuve la fortuna de poder encontrar la canción en internet. El día empezó bien.
Los que nos hospedamos en la casa (4 mujeres, 2 hombres) salimos tarde, por suerte vivimos como a tres cuadras del embarcadero, donde partimos hacia las chinampas.
Me tocó compartir cayuco (tipo canoa) con una amiga del grupo, que brillaba de emoción al igual que yo, mientras Vero, una chinampera de varias generaciones, y su servidor remábamos hacia tierra fértil. O no tanto, como vimos después. Cada parcela es un mundo y aunque la distancia sea de 10 metros, la temperatura cambia, y ahí donde falta vegetación (principalmente, árboles) sobra, en demasía, calor.
En algún punto nos reunimos todos para una construcción de los reglamentos comunitarios; primero, para la comunidad en general; y luego, para los que nos estamos hospedando en la casa de la Escuela.
Hubo un momento en el que se habló de los baños, si separados hombres y mujeres o de alguna forma compartirlos. Cuando se habló de la posibilidad de que nosotros hiciéramos pipí sentados para no salpicar, miré a mi afeminado roomie, que se negaba con la cabeza y la mirada, como diciendo: seré gay, pero no soy puto.
Me dio mucha risa, supongo que tenían que estar ahí.
En ese mismo diálogo la gente se confesó, algunas hablaron sobre su temperamento, que si se aislaban no era en mala onda, etcétera; otra dijo que fumaba y medio se le fue encima la directora y, después, más en privado, otras fumadoras la defendieron. La banda se estaba confesando y una oportunidad así no podía salir desaprovechada; conté que había quemado una de las nuevas hoyas, distraído (o enfocado), escribiendo (el primer tramo del presente escrito), y que los que estamos viviendo en la casa deberíamos de cuidar lo que se nos está prestando para las futuras generaciones.
La participación más impactante fue la de un compañero que reveló que, recientemente (él tiene por ahí de treinta años), había sido diagnosticado con cierto grado de autismo. La compañera que le seguía, una chica brillante de la universidad de Chapingo, quiso normalizar su condición refiriéndose a ella como una “neurodivergencia”. Se me hizo lindo.
En el suelo nos sentamos a comer, a veces en círculo a veces en grupitos, en como una clase de recreo del arduo trabajo agrícola. En una de esas comidas alguien pidió una navaja y el compañero que mencioné anteriormente, sentado a lado mío, me dijo: “Yo jamás llevaría, sería irresponsable, si me enojo le puedo quitar el ojo a alguien”.
Yo lo veo muy pacífico, pero más paz me da saber que no soy el único que está loco.
Es broma. Yo sí llevo una navaja, pero si ha de cortar a alguien es a mí, por tosco.
Lo que pareciera loco a los ojos de una persona podría ser considerado sensato para otra.
Permítanme un poco más de su valioso tiempo para profundizar en ello, poniendo como ejemplo mi situación actual y citando un par de fuentes para fortalecer el argumento.
The Mis-Education of the Negro y Xochimilco en el siglo XXI
Terminando la ceremonia/homenaje que se hizo por la muerte de mi papá, mi primo me preguntó: ¿Y ahora qué vas a hacer?
Él, junto a varias otras personas con las que había hablado los últimos meses, eran partidarios de que me fuera a Europa a estudiar o por lo menos para formarme en algo.
Sonriendo le respondí que iba a estar los siguientes seis meses viviendo en una canoa.
¿Cómo me enteré de la Escuela Campesina?
Fui a un evento de Huerto Cuhlua, en cuyo flyer se anunciaba, entre otras actividades, la proyección del documental “Memoria, despojo y resistencia en Xochimilco”. Me tomó por sorpresa, no sabía nada al respecto.
En el taller de son cubano conocí a la directora del docu, estuvo divertido, y el documental muy bueno, me abrió los ojos a la cultura campesina aún viva en Xochimilco, su resistencia ante la creciente urbanización, la lucha territorial, el actual deterioro, el desinterés de los más jóvenes, el abandono.
Así mismo, había conmovedores ejemplos de mucho arraigo a la tierra, a su segunda casa: la chinampa. ¡Con cuánto orgullo asumían la herencia de sus antepasados! ¡Con cuánto brillo en los ojos hablaban de su hogar!
Esto me inspiró muchísimo, así que me puse a investigar más. Cuando di con el programa de la Escuela Campesina de la Iniciativa Agroecológica de Xochimilco (IAX) inmediatamente me contacté con ellos.
Al principio me quisieron meter a la parte administrativa, de recaudación de fondos, prometiéndome participar de vez en cuando en la Escuela, pero no funcionó (porque no logré acceder a través de la beca de Jóvenes Construyendo el Futuro), gracias a Dios.
Me pareció muy atractivo que, siendo una formación, a los participantes se les diera una beca, ósea recibiríamos baro para formarnos (como sucede con las Ausbildung en Alemania), a diferencia de otros lugares como el prestigioso centro agroecológico y permacultural Las Cañadas (el cual me han recomendado mucho, incluso el fundador de Huerta Culhua esa vez que fui), donde cobran $29,150 por cinco semanas de “Formación Intensiva en Agroecología” (no dudo que debe de estar cabrón, pero sí mi posible asistencia en un futuro. ¿Valdrá la pena?).
Teniendo eso en cuenta, no me importó entrar como voluntario, sin beneficio de beca, pero siendo aceptado en la casa y recibiendo una canasta semanal con alimentos agroecológicos (ya después conseguí hacerme de la beca).
Otras personas jamás hubieran entrado sabiendo que iban a chambearle sin ganar un peso. Suena estúpido, ¿no? Pues a mí no jaja, parte por mi personalidad, pero por otra parte gracias a dos libros que leí que me proporcionaron una ración de perspectiva, un distinto enfoque.
En algún momento mi papá me intentó disuadir: “Tú y yo sabemos que no eres un campesino”.
Vagando por una biblioteca pública (la Benjamin Franklin en la Juárez) me encontré con un libro que hacía mención de otro llamado The Mis-Education of the Negro2 (primera vez publicado en 1933). Se me hizo loco porque yo conocía el título The Miseducation of Lauryn Hill, un álbum clásico en el mundo del rap, y saber de este otro clásico del mundo académico gringo (sobre estudios afroamericanos) del cual se inspiró parcialmente Ms. Lauryn Hill fue una experiencia similar a escuchar una rola vieja por primera vez y recordar una más nueva, que samplea parte de esa canción original (como sucede, por ejemplo, con “Nice for What” de Drake y “Ex-Factor”, del ya mencionado álbum de Ms. Hill). Esa gratificante sensación de hallazgo… ¿Les ha pasado?
Le platiqué de esto a mi papá, compartiéndole mi intención de hacer un escrito comparativo entre las dos obras (que de alguna manera es éste, aunque nada que ver), y le parafraseé una parte del libro que cobraba pertinencia con las decisiones que estaba tomando:
“In the schools of business administration Negroes are trained exclusively in the psychology and economics of Wall Street and are, therefore, made to despise the opportunities to run ice wagons, push banana carts, and sell peanuts among their own people. Foreigners, who have not studied economics but have studied Negroes, take up this business and grow rich.” p. 7
¿Esto quiere decir que pienso volverme rico como chinampero? No necesariamente. Carter G. Woodson, Ph.D., agregaría:
“It is unfortunate, too, that the educated Negro does not understand or is unwilling to start small enterprises which make the larger ones possible.” p. 25
¿Y cuáles serían esos grandes emprendimientos que tengo en mente? Bueno, llevo años hablando sobre un proyecto en Chiapas (del cual quería extenderme, hablando sobre la milpa y el jardín forestal maya, apoyándome con citas de unas lecturas recientes), cuando en realidad, también llevo años sin ir allá y ni siquiera he visto la finca que tanto he mencionado. Señor Carter, no me regañes, te estoy escuchando:
“The race needs workers, not leaders. Such workers will solve the problems which race leaders talk about and raise money to enable them to talk more and more about. When you hear a man talking, then, always inquire as to what he is doing or what he has done for humanity. Oratory and resolutions do not avail much. If they did, the Negro race would be in a paradise on earth. It may be well to repeat here the saying that old men talk of what they have done, young men of what they are doing, and fools of what they expect to do.” p. 56
Qué fácil es perder la perspectiva: veo las cosas con una lupa, me pierdo en el ahora, no veo más allá o, por lo contrario, me voy muy lejos, priorizando algo inexistente, lo actual pierde importancia, mejor escribo de mis grandes planes y no hago la tarea (como es el caso).
Tampoco se trata de flagelarme (que tiendo hacer), no. Tener una visión para el futuro está bien, supongo, sólo que puede nublar la vista de lo que estoy viviendo ahora y el lugar en el que estoy, menospreciándolo y, por consecuencia, dejando pasar lo que podría ser una buena oportunidad, pero más que nada, siendo acechado por una sensación de prisa (de ambición) que no me deja gozar plenamente de lo que tengo en mis narices. Xochimilco es un lugar especial, la Escuela Campesina no es un proyecto perfecto, pero vaya que tiene pertinencia y mucho valor lo que se está proponiendo. La parte social puede ser encantadora así como nefasta, y ahora que no me he sentido tan entusiasmado y amiguero como al principio (por cosas que han pasado), quizás me hace bien retroceder un poco, recordar por qué estoy aquí, lo que significa estar inmerso en las chinampas, en el “humedal que permitió la civilización en México” (Zambrano y Rojas, 2021)3.
Dejo otras dos citas del libro Xochimilco en el siglo XXI, que me encontré caminando por una feria de libro para niños en el bosque de Chapultepec cuando no era segura mi participación; me encontraba indeciso, y todo dependía de mi insistencia, de mi voluntad; en ellas, como en muchos otros tramos, encontré inspiración:
“El último humedal que le queda a esta cuenca es cada día más importante para toda el área metropolitana. Parte del clima, de la captura de carbono, de la regulación de inundaciones y de la producción de alimento que suceden en la Ciudad de México se la debemos a Xochimilco; no lo percibimos porque estos beneficios no cuestan a los capitalinos, pero, cuando falten, tendrá un costo social y económico para los ciudadanos. Así como la ciudad se beneficia de Xochimilco, este humedal se puede beneficiar de una ciudad que lo respete y trabaje en conjunto, al contar con un mercado para más de 20 millones de habitantes que consume alimento y el agroturismo de baja densidad, es una de las grandes oportunidades para el sustento digno de la gente que vive en Xochimilco. La ciudad no puede vivir sin Xochimilco y no lo ha podido hacer desde su fundación. Xochimilco, visto como un socioecosistema, no se puede concebir sin la interacción de los humanos a partir de sus canales de transporte y de chinampas productivas; sin ellos sería un lago más. Esta simbiosis de aproximadamente dos mil años, que ha sido altamente benéfica, sólo se ha roto en las últimas décadas. La ruptura es reciente, pero está poniendo en peligro tanto a Xochimilco, como a la ciudad misma.” págs. 256-257
“La zona lacustre de Xochimilco aporta elementos biológicos de suma importancia, no solamente para la región, o para la cuenca de México, sino para todo el país, fortaleciendo su posición como país megadiverso. Con especies emblemáticas y de gran relevancia ecológica, biológica y cultural como el axolote, y con un territorio que sirve de refugio a cientos de especies migratorias acuáticas y terrestres. Es urgente que se implementen medidas de conservación y protección, de restauración y rehabilitación ecológica de hábitat, integrando la chinampería como el eje estructural del socioecosistema”. pág. 74
Agregaré un cita más convirtiéndola en pregunta:
“(…) (¿Seguiremos) ignorando la oportunidad de ser una ciudad autosustentable en términos alimentarios, y…(seguiremos) apostando por un desarrollo globalizador, consumista y urbano (?)” pág.46
Les deseo estabilidad en este día de la tierra (mi excusa para publicar esto y no seguirme. Ya hablaré de Chiapas en un siguiente post, pero ya que haya ido, si no no).
¡Y que siga lloviendo!
Ciao.
Carlos. (7 de marzo 2024). En Wikcionario. https://es.wiktionary.org/wiki/Carlos#V%C3%A9ase_tambi%C3%A9n_2
Woodson, Carter G. (2009, eBook). The Mis-Education of the Negro. The Journal of Pan African Studies. https://jpanafrican.org/ebooks/3.4eBookThe%20Mis-Education.pdf
Zambrano, Luis, y Rojas, Rubén. (2021). Xochimilco en el siglo XXI. TURNER NOEMA.